A
las numerosas condenas recibidas por el tango durante el período
de su recepción por parte de la sociedad italiana, se sumó
una fábula destinada a crear un equívoco que persiste
aún hoy en la memoria colectiva: a fines de enero de 1914,
Jean Carrére -corresponsal romano del Temps- inventó
una anécdota según la cual el Papa Pio X, interrogado
sobre la presunta inmoralidad del tango por una viuda acompañada
de sus dos hijos (quienes habrían ejemplificado algunos pasos
de este baile), había propuesto, a guisa de alternativa local,
una danza originaria de su zona natal: la furlana.
Aunque al principio nadie dio por cierta esta historia, el revuelo
que ésta despertó entre los adictos al baile produjo,
entre otros efectos, el de legar a las siguientes generaciones su
presunta veracidad. Cuando los hechos adquirieron tonos que las
autoridades del Vaticano consideraron ofensivos, L'Osservatore
Romano se encargó de desmentir categóricamente
la noticia. Pero ésta había ya atravesado las fronteras
italianas y provocaba curiosas resonancias, como la estrofilla entonada
por un personaje de la zarzuela "El tango argentino" (escrita
por Valverde y Palacios y estrenada en marzo de 1914 en un teatro
de Madrid):
"La Furlana
que antes fue danza pagana
es hoy ya la más católi...
apostólica romana."
Pero, si bien la que entonces fue llamada "danza del Papa"
amenazó con reemplazar al tango en el gusto de los italianos,
éstos terminaron por conceder su voto al baile sudamericano,
que alguien definió como "una danza más compleja
y osada, más nerviosa y sensible, más profunda y atormentada,
más refinada y dinámica, hecha de impulsos y detenciones,
de actitudes improvisadas y de pausas significativas, más
artística y literaria (...) traducción plástica
y dinámica de una música escrita previamente en menor
y plasmada sobre una tonalidad triste, armoniosamente angustiosa
y saturada de pasión y de enervante poesía".
(L'Italia, 17-1-1914).
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