El
conocimiento de los fenómenos sociales y musicales que dieron
origen a la gestación del tango en tierras rioplatense es
un auxiliar importante para comprender las derivaciones del género
en otros países. Para lograrlo el lector cuenta con una nutrida
y heterogénea bibliografía que le guiará a
través de dichos procesos: desde el tan discutido aporte
de los habitantes de ascendencia africana al naciente género
hasta su paulatino ascenso social a través de la práctica
coreográfica en patios de conventillo, esquinas de barrio,
peringundines, academias, "casitas", restaurantes y teatros,
pasando por la configuración de sus primeros rasgos musicales
y coreográficos sobre la base del candombe, la habanera y
el llamado tango americano de las zarzuelas. La creciente difusión
de textos sobre el tema en el mercado internacional permite a quien
los consulte conocer verdades -reales o simbólicas- acerca
de los primeros protagonistas del tango -cafishos, chinas cuarteleras,
compadritos y propietarias de locales- que pueblan la mitología
porteña, los títulos obcenos de ciertas piezas, los
alegres contenidos de algunos textos (tan distintos en forma y semántica
de los que producirían los autores con posterioridad a 1917),
los instrumentos que se fueron sucediendo en la ejecución
musical (organito callejero, flauta, arpa, piano, guitarra, banda
de metales, contrabajo, bandoneón...), el papel desempeñado
por las partituras en la interacción entre práctica
oral y escrita, las primeras grabaciones en cilindros y discos y
otros fenómenos vinculados a la difusión rioplatense
de los productos de la Guardia Vieja, hasta llegar a la formidable
eclosión del tango como moda bailable entre las sociedades
urbanas del hemisferio norte a comienzos de la segunda década
del siglo.
Durante
el período inicial del tango rioplatense algunas esquinas
de barrio fueron escenario del baile entre compadritos . Según
Carlos Vega, estos hombres bailaban para demostrar su habilidad
y, en algunas ocasiones, para obligar al compañero a retroceder.
La intención de improvisar permanentemente nuevos y complejos
pasos y figuras obligaba a los bailarines a aferrarse con fuerza
para concentrarse en el juego coreográfico.
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