Canciones
de entreguerras.
Lo que no había conseguido la furlana lo produjo, en cambio,
el estallido de la Gran Guerra, volcando gélidas aguas sobre
el fuego del tango. Pero las cenizas permanecieron encendidas, como
podemos constatar a través de datos de esporádica
aparición (una foto de soldados bailando en el frente, algunas
partituras de tangos compuestos en Italia durante esos aos
y estrenados en el festival de la canción napolitana de Piedigrotta...).
Y, tras el paréntesis bílico, nuevos estímulos
reavivaron el interés de los italianos por el tango: al entusiasmo
despertado por Rodolfo Valentino bailándolo a la europea
en Los cuatro jinetes del Apocalipsis (1921) siguió una serie
de visitas de intérpretes sudamericanos que incluían
ciudades como Milán o Roma en sus giras (Fioravanti Di Cico,
Enrique Delfino, Carlos Geroni Flores y otros). Algunos italianos
comenzaron a incluir tangos en su repertorio (por ejemplo, el tenor
Gino Franzi estrenó Acquaforte, creado en Milán por
los argentinos Horacio Pettorossi y Marambio Catán). Eduardo
Bianco fue escuchado y aplaudido tanto por la familia real como
por Musolini y éste evit que sus funcionarios impusieran
al tango las limitaciones que sufrió el jazz; por el contrario,
el régimen fascista favoreció la creación y
difusión de tangos por parte de artistas italianos, lo que
propició la impresionante mole de piezas que vieron la luz
en el país durante esos años. A este período
histórico corresponden las piezas incluidas en la presente
antología y por lo tanto se incluyen comentarios más
adelante.
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